sábado, 7 de junio de 2008

Para: Ti, Claro que sì para Ti....

(12/11/2003 01:52)

Soñè....

Tenerte cerca. Hablarte, besarte en silencio.

Sentir el contacto caliente de tu cuerpo.

Sentir que vives, trémula, aquí contra mi pecho.

Que mis brazos abarcan tus límites perfectos.

Que tu piel electriza las yemas de mis dedos.

Que la vida se ahoga en el hilo de un beso.

Que así, en la sombra, en tinieblas, bajo la noche, ciegos,

topándonos a oscuras mientras todo es silencio, nos amamos convirtiéndonos dioses rugiendo.

Vuelvo a palpar tu carne, vuelvo a besarte, vuelvo a estrecharte en la sombra ciega contra mi pecho.

Vuelvo a sentir tu vida trémulamente.

Tú y yo arrojados a un destino violento, aquí, sobre la tierra, abrazándonos ciegos.

Y entonces te recojo, te amparo, te sujeto, pequeña, débil, mía, cobijada en mi aliento, sostenida en mis brazos, cubierta con mis besos.

Me refugio en medio de tanta soledad en tu caliente cuerpo, para que entre tus brazos me mezas con tu tierno amor.

Los dos en las tinieblas abrazados, pequeños, frente a la eternidad, lloramos en silencio.

La noche continúa mudamente cubriéndonos.

Estoy escribiéndote y sólo tengo tu ausencia y en mi corazón el dolor de tu lejanía.

Mi pluma no puede escribir sin que las lágrimas tracen el poema de mis deseos en la página de las mejillas.

  Si no fuera porque la distancia nos separa, te visitaría entre los pliegues de la noche,

apasionadamente, como visita el rocío los pétalos de la rosa;

besaría ardorosamente tus labios mágicos y sensuales, alborotando así las minúsculas partes que forman tú talle. .

Aunque ausente de mí, estás conmigo: mis ojos no te tienen pero sí mi corazón.

La dulzura de la noche me envolvió como el bosque de tus cabellos.

Destilé en ella la lluvia de mis lágrimas mientras resplandecía el brillo de tu recuerdo.

A través de ellas contemplaba la piel de tus mejillas y las perlas de tu boca.

Estaba llorando por ti, brotando de mis ojos rosas rojas por el fuego de tu ausencia; como si las lágrimas salieran de la grana de tus pechos.

La dulzura de la noche en que rasgué la oscuridad con la luna de tu frente, mientras jugaba con la perla que esconde el tesoro de tu alcoba.

El rocío bañaba las amapolas de tu cara; el aroma de tu perfume, que inundaba el aire.

Alrededor de la azucena de tu cuello danzaban perlas de rocío; gotas como lágrimas que corrían por el vaso de tu vino.

Soñaba yo: mis parpados henchidos de lagrimas sentía.

Estaba yo soñando que me amabas, soñaba que eras mía ¡

Era un sueño nada más, nada más un sueño, y lloro más que nunca todavía.

Te quiere tu fiel……….

D.R.A Luis Antonio, _____.

Auto-compasiòn. Nunca Jamàs vi a un animal sentir Auto-compasiòn.  

 

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